sábado, 26 de octubre de 2013

MARATON DE SEVILLA 2013


…05:30 la hora señalada para levantarnos, sonó el despertador, bueno uno de los dos que había puesto, manías que tiene uno, aunque la mayoría de las veces sobra hasta uno, me suelo levantar antes de que suene, será la edad digo yo.
Pocoyo en mi habitación no decía nada, parecía que estaba profundamente dormido. Pero no era así, se encontraba muy despierto, quizás pensando en lo que nos esperaba, seguro que hasta se le paso por la cabeza el seguir durmiendo tranquilamente y más tarde bajar y hacer buen acopio del desayuno abundante que ponen en el hotel.
Pero no, hay una cosa que se llama sentido de la responsabilidad y nosotros de eso estamos sobrados, es casi imposible meterse en esta aventura sin la seriedad que merece, sería muy imprudente no hacerlo. Así que unos segundos después, dijo
 – ¿ya es la hora?—
La contestación vino a ser como – ¿tú también te has dado cuenta?—
Me metí en la ducha con la idea solo de despejarme, una muy rápida, para empezar a ver las cosas de otra manera, para vencer la pereza, por que en definitiva lo que más me daba era pereza. Atrás quedaron las noches en vela, los nervios previos a la carrera, incluso los sueños que tenia antes, todos relacionados con la paliza que me iba a dar y con el miedo a lo que me pudiera pasar.
Lo bueno de hacerse cada vez un poco más mayor, a parte del ruido de tus huesos, de esos kilos que ya no se van, de aquellas marcas que puede que ya no vuelvan, es la carga de experiencia que te aporta, el hecho de haber pasado por todo esto muchas veces. Hasta veinte veces he vivido esta experiencia y aunque cada una de ellas es diferente, lo que me he dado cuenta es que estas horas previas a la carrera siempre hacemos lo mismo. Mecánicamente actuamos con unas pautas que no varían con los años, puede que cambiemos algunas pequeñas cosas, en la alimentación, la equipación, incluso probamos pequeños rituales o manías. Pero lo que si esta claro es que todo lo que te pasa en la carrera solo lo sabes cuando has acabado, por eso la hace tan grande esta prueba, entre otras muchas por supuesto.
Bajamos juntos dispuestos a desayunar, pero todavía no estaba abierto el salón, además no éramos los primeros, ya había un nutrido grupo de corredores que llevaban un rato esperando.
Según cuenta el Seca, un poco antes había bajado el Bigote y viendo que todavía no estaba abierto se volvió a subir, debía de ser el síndrome del jubilado, que aunque todavía no era el caso, poco a poco va apareciendo.
El caso que aunque bajamos a desayunar, lo que me metí para el cuerpo fue algo ligero y frugal y el esfuerzo que me costo fue grande, ya que los mostradores estaban llenos de comida, a cual mas apetitosa.
No me costo mucho vaciar el intestino, algo tan importante como necesario para poder afrontar el maratón sin ese lastre, que te puede hacer echar al traste toda una preparación. Esto también va unido al estado de nervios, unas veces no puedes ir al baño y otras te vas por la taza. Yo afortunadamente lo voy controlando mejor, por su puesto también la experiencia tiene mucho que ver.
Salimos del hotel y volvimos a coger el bus hasta el estadio de la Cartuja, solo tuvimos que esperar unos minutos y cuando paro, vimos como ya venia completito de corredores. Aquí no se me olvidara una imagen de uno que se sentó en frente mía, era una persona de mediana edad, de raza negra, que iba ataviado con un poncho fabricado con una bolsa de plástico y que iba aterido de frío, con los ojos saltones y con mirada triste, me hubiera gustado preguntarle que sensaciones tenia, a su lado iba un mujer, esta de raza blanca, muy blanca diría yo, igual era por el miedo.
¡Que sensación me dio cuando bajamos del autobús! ya se notaba la masiva presencia de los corredores, todos en la misma dirección, andando hacia la rampa de acceso al estadio, donde teníamos que dejar la ropa y donde muchos nos reuniríamos con amigos y compañeros.
Poco antes de llegar al guardarropa estaban Mario y Chaqueto, nos esperaban para juntos meternos en la zona de calentamiento y realizar todo el ritual de preparativos antes de la carrera.
Me puse la camiseta, esta ya con el dorsal puesto, me embadurne de un mejunje casero, una mezcla de aceite de masaje, alcohol y árnica, por todas las piernas, me dio el Bigote una crema antiinflamatoria llamada por el Ibuprofeno militar y me la di en las rodillas, seguro que se las dan los marines en Afganistán, me coloque la pequeña riñonera donde iba a llevar los geles y me dije – ¡Joselito ya estas preparado, que empiece la fiesta!—
Ya solo quería irme hasta la línea de salida y centrarme en la carrera, así que deje la bolsa con mis pertenencias en el guardarropas y me fui junto los Fary Runner’s andando hasta la rampa de salida, que más tarde pasaríamos, ya con otra cara diferente.
Nos dio el Seca unas bolsas de basura gigantes, parecida a las que llevaba el figura del autobús. El que es muy mañoso enseguida hizo los agujeros pertinentes para convertir la bolsa en un modelo Homeless de Armani, yo que la puse en la orientación equivocada, la tuve que hacer más agujeros que un queso de gruyere. Claro que la que llevaba puesta Chaqueto era modelo XXLL, le tapaban hasta los tobillos, este más que maño parecía andaluz por lo de exagerado.
Y lo de las bolsas era porque la mañana estaba muy fría, se agradecía no poner el cuerpo a la intemperie mientras esperábamos que se diera la salida.
Nos hicimos unas fotos antes de salir, la primera con las camisetas en homenaje a Carlitos. Se me pone todavía los pelos de punta solo de pensar que hace un año estaba con nosotros disfrutando como un niño.



También nos hicimos otra foto, ya con la equipación, esta ya con una pose más profesional pero alguno con la sonrisa forzada, la procesión iba por dentro.
Nos dirigimos andando hacia la línea de salida que estaba situada a poco menos de un kilómetro, pero antes había unos urinarios, de dos tipos, unos de tipo caseta por si las aguas eran mayores, pero otros eran al descubierto, para hombres, una especie de plataforma dividida en cuatro partes, donde cada una de ellas tenia un orificio donde miccionar. La verdad no se que ostias tendría por dentro, pero no olía mal, es más diría que olía hasta bien.
Pues todos hicimos el dicho que picha española nunca mea sola, y lo usamos, bueno rectifico, el Seca que es un alma libre, meo en un charco que había anexo a las casetas.
Aun así yo me guarde la botella que había traído para el último momento, sabia que poco antes de salir me iban a entrar ganas.
Nos metimos en el cajón habilitado para los que queríamos bajar de 03:15h, menos el Peluca que por tener mejor marca tuvo que meterse en el de los 02:45h, la elite es lo que tiene, aunque solo nos separaba una cinta de plástico, que encima un poco antes de empezar nos la saltamos y nos rebujamos los buenos con los menos buenos.
Casi media hora pasamos dentro del tumulto de corredores, antes de que dieran el pistoletazo de salida, a mi lado había un individuo o alienígena, no sabría decirlo con exactitud, por que media como unos 2m10cm, muy espigado y con una visión privilegiada de la parte delantera de la línea de salida.  Estábamos en poco más de un metro cuadrado todos juntitos. Aquí fue donde 3 minutos antes de salir saque la botella que había reservado y descargue el poco fluido que me quedaba en la vejiga y no estaba todavía frió el líquido elemento, cuando el Seca primero y Pocoyo después repitieron la operación. Os imagináis al Seca con el tapón en la palma de la mano, mientras Pocoyo con cara de felicidad mirando hacia otro lado terminaba de llenar la botella, vamos un espectáculo digno de Youtube.
10..9..8...empieza la cuenta atrás y ya no hay vuelta de hoja 7..6..5.. nos deseamos mucha suerte y sobre todo damos gracias de poder estar ahí 4..3..2 la mano la pongo en el crono y le digo en un instante al Bigote, --¡no lo pongas en marcha hasta que pasamos por la alfombra del chip!—este me mira y asiente..1….en marcha.
Me sorprendió lo bien que salimos, ya que enseguida que pasamos por el km1 el crono marcaba 4’35”, es decir, solo cinco segundos más lentos que lo previsto. Podría ser por la amplitud de la avenida donde íbamos, el caso que era buena noticia ya que la cosa no podía empezar mejor.
Salimos todo el grupo juntos, menos el Peluca que se fue acompañado del Chaqueto, para intentar arrimarse a las 3h. Íbamos rodando por la parte izquierda de la avenida, cuando por la derecha un corredor nos decía a que ritmo marchábamos, nos giramos todos casi a la vez y vimos que era el mismísimo Abel Antón. Por lo visto tenia hoy la misión de acompañar a los corredores que querían bajar de 03:30h y se le había escapado el globo que se suele llevar para hacerle visible a los demás. Le comentamos que nosotros íbamos un poco más rápidos y después de algún que otro comentario en plan broma, seguimos tirando y poco a poco le dejamos atrás. Que paradoja nosotros unos corredores populares adelantando a todo un campeón del mundo, bueno en este caso si que demostró serlo con el esfuerzo de ayudar a otros corredores a cumplir su sueño, seguro que muchos al final se lo agradecieron.
Poco a poco empezaron a caer los primeros kilómetros, ya el ritmo no variaba apenas. Detrás  iban, muy disciplinados, Pocoyo, el Seca y Cerocero, y por delante el Bigote tirando junto a Joselito y Mario que hoy estaba decidido en ayudarme para conseguir marca.
Empecé a notar una molestia en el talón del pie derecho, más o menos por el km5, me extraño ya que no había tenido anteriormente ningún dolor en esa zona. Por experiencia sabía que era algo pasajero, no había ningún motivo para preocuparse. No habían pasado un par de kilómetros más cuando la molestia desapareció, posiblemente sería por estar en frio y la articulación necesito un poco de tiempo para colocarse. Cuando ocurre una cosa de estas, al principio hay que seguir con tu marcha sin modificarla, si la cosa fuera a más tendríamos que sopesar si hay alguna lesión, entonces la cosa cambiaría.
Pero yo sabía que hoy lesiones no iba a tener. Sabía que físicamente no me había encontrado como quisiera, para correr el maratón sí, pero para hacer marca tenía mis dudas, aun así lo iba a intentar, otra cosa no será pero por determinación y ambición no iba a ser.
Curiosamente poco antes de pasar por el km 10 cogí un ritmo muy redondo. Iba en paralelo con el Bigote y Mario, las piernas respondían muy bien y el crono marcaba constantemente 4’30”, con una variación de uno o dos segundos. La cosa funcionaba a la perfección, como si de un ordenador se tratara, programado para realizar una tarea, avanzando por el asfalto de Sevilla.
Este año el circuito variaba, atrás quedaban los 10 km que se realizaban por el complejo de la isla de la Cartuja, tan monótonos. Esta vez solo lo pisábamos al principio, pero luego tomábamos la dirección del barrio de Triana.
Al poco de pasar el km 10, tanto Pocoyo como el Seca, empezaron a separarse de nosotros. Lo hicieron muy bien, ya que fueron aumentando el ritmo muy poco a poco, tardaron mucho en perdernos de vista, pero habían tomado la decisión adecuada, en un maratón un cambio brusco de velocidad lo acabas pagando después.
A estas alturas ya me tome un gel, aprovechando el avituallamiento para ir reponiendo la perdida de hidratos que más tarde me harían falta.
Vimos como, al igual que el año pasado, nuestro amigo Sergio, nos grababa con un móvil, aunque esta vez montado en una bicicleta, con una maestría increíble, al mismo tiempo que con una mano nos grababa, con la otra conducía la bici y todo esto sin estorbar nada a los corredores, vamos todo un profesional, igual tenia futuro en la vuelta ciclista a España, quien sabe. El caso es que nos hizo mucha ilusión de verlo, además no iba a ser la última, nos fue siguiendo a lo largo de toda la carrera, en numerosos sitios, algunos muy emblemáticos. Desde luego más tarde al enseñarnos el video, vimos la calidad del mismo y las imágenes tan claras del grupo rodando juntos.




El paso por la puerta del hotel donde nos alojábamos no tardo mucho en llegar. Estaba situado un poco más adelante el km 15 y una cantidad grande de gente nos estaba esperando justo enfrente de la iglesia de la Macarena, digamos que aquí empezábamos a meternos en sitios más céntricos. Nosotros seguíamos a lo nuestro, un primer objetivo estaba cumplido, que era pasar por el km10 en 45’30” y así fue, ahora nos esperaba el paso de la media maratón, que la teníamos programada pasarla en 1h35’. En general me dio la sensación que todos íbamos bien, quizás el Bigote se quejaba de que el cuadriceps no le funcionaba bien e incluso de la planta del pie, pero el seguía sin bajar el pistón. Aquí es donde se ve la capacidad de sufrimiento que tenemos que tener para afrontar una carrera así, sin este requisito difícilmente puedes terminarla, son muchos kilómetros y te suelen pasar muchas cosas durante el transcurso. Lo que pasa es que tienes que valorar si los dolores o las sensaciones que tienes son más serias de lo normal, entonces es cuando puedes estudiar la posibilidad de, o bien bajar el ritmo, o bien de incluso retirarte.
No parecía que era muy serio lo del Bigote, es más, yo también empezaba a tener molestias en el isquiotibial de la pierna derecha, una molestia que vengo padeciendo todo el invierno, que aunque la tengo controlada a base de mucho estiramiento y masajes, no acaba de irse, solo que cuando fuerzo o hago mucha distancia vuelve a aparecer. Aunque tampoco le di mucha importancia, ya que la zancada no variaba y la molestia era “llevadera”.
Mario no paraba de alentar al publico que en algunas zonas se aglutinaba, bien porque coincidía con un avituallamiento o era una calle importante, el caso que solo les bastaba con que les dijera ¡vamos Sevilla!, para que enseguida nos dieran un sonoro aplauso.
El paso por el medio maratón se hizo como queríamos, concretamente nuestro crono marcaba 01h35’18”, vamos más redondo imposible, otro objetivo cumplido, a partir de aquí nos planteamos seguir con el mismo ritmo y comprobar el estado de las piernas.
Al poco de pasar, Cerocero decidió dejarnos, pero muy tímidamente, como si no estuviera seguro de cómo iba a terminar la aventura, pero el fue valiente y tenia que intentarlo, no había venido a Sevilla a darse solo un paseo. Se adelanto un poco al grupo y le dije que lo hiciera muy despacio, como lo habían hecho anteriormente Pocoyo y el Seca. Así lo hizo, se fue alejando muy gradualmente, aunque le perdimos de vista enseguida, yo personalmente tampoco me fije mucho, ya que iba más pendiente de mí que de otra cosa.
Y es que al paso del km 25 más o menos, le comenté a Mario que no iba muy redondo, me costaba seguir el ritmo, este me dijo que me tranquilizara. La verdad es que pensé que era algo pasajero, se que a lo largo de la carrera hay momentos que parece que no puedes, pero son circunstancias que tienen que ver con que tu cuerpo esta constantemente cambiando y habituándose a la carrera.
Trate de olvidarme un poco de la situación, pero veía que no mejoraba, al contrario me costaba cada vez más coger el ritmo. Aunque hubo un momento que vi al Bigote que se quedaba un poco por detrás, le mire y baje un poco el ritmo, cosa que a mi me vino muy bien, le hice un poco la goma y se junto otra vez con Mario y conmigo. Tuvo que ser algo pasajero, ya que al poco tiempo miro su crono y cogio las riendas de la situación y se acoplo a un grupo que rodaba a 4’28” y se puso detrás, incluso me llego a decir si íbamos despacio, yo le dije que el ritmo era el ideal y que aguantara de momento.
Volvimos a ver otra vez a nuestro reportero y nos dijo como estaba la situación por delante. Por lo visto Pocoyo y el Seca iban mejorando y al parecer sin problemas, aunque el que iba como la seda era el Peluca. También nos pregunto por Cerocero y nosotros le dijimos que iba por delante, que se había adelantado. El se quedo un poco incrédulo, ya que no le había visto. Más tarde comprobamos que nuestro compañero había tenido unos problemas intestinales y le obligaron a parar muchas veces. Seguro que mientras nosotros pasábamos, el estaría apartado en algún sitio luchando con la situación y sobre todo me lo imagino lo que se le pasaría por la cabeza, tanto tiempo entrenando y luego un dolor de tripas te lo echa todo al traste.
La verdad es que esto ya lo pase en una carrera, aunque fueron más vómitos que otra cosa y lo único que te toca es valorar como te encuentras y poner el chip de supervivencia, para por lo menos llegar a meta lo más entero posible. En su caso la marca ya vendrá, ya que es muy joven y seguro que tendrá días gloriosos.
La carrera continuaba y los sitios por donde íbamos a pasar eran los más bonitos de toda la carrera, nos esperaba el parque María Luisa, la Plaza de España, el paso por delante de la Giralda, es decir, zonas que seguro que nos iban a poner las pilas.




Pero a mi lo que me preocupaba era que las piernas no respondían, me faltaban las fuerzas y no podía seguir el ritmo que ponían Mario y el Bigote. Ellos me animaban, que hasta el km 30 teníamos que llegar por lo menos juntos, aunque yo sabia que más allá iba a ser difícil.
Así que realice un esfuerzo grande para no defraudarlos, al ver que se preocupaban por mí. Pero un poco antes de pasar por el km 31, les dije que tiraran, que yo no podía con el ritmo, vamos que me dejaran. Estos reaccionaron los dos a la vez, dándome ánimos, arrimándose a mí y diciéndome que aguantara que estaba chupado, que el km 35 estaba cerca.
Aquí yo tome una determinación, se por experiencia que en estas circunstancias y lo avanzado de la carrera, quien mejor sabe como estas eres tú, además no era la primera vez que notaba el bajón, llevaba mas de cinco kilómetros con un dolor grande de piernas que encima iba a más.
Y como si de una regañina se tratara, los di un par de voces más altas de lo normal, desde aquí que me perdonen, pero fue necesario, sabía que lo hacían con muy buena fe, pero yo necesitaba coger mi ritmo y tratar de ver como se desarrollaban los kilómetros que faltaban, no quería reventar.
Estos me miraron y debieron de ver en mi cara al mismo diablo, ya que no dijeron nada y se fueron, dejándome a mi solo pero sabiendo que no iba a rendirme y que lucharía hasta el final.
A partir de aquí empezó para mi una nueva carrera, valore lo que me quedaba, vi las fuerzas que tenia y lo primero que hice fue ir bajando el ritmo, pero muy poco a poco. Por supuesto aunque estaba mal, sabia que tenia que probar distintas alternativas, en cierto modo todavía tenia margen para arrimarme por lo menos a mi marca o por lo menos no alejarme mucho de ella.
Cuando me adentre en el parque María Luisa, pase un trozo muy malo, notaba que no podía casi levantar las piernas, como si el oxigeno no llegara a los músculos y estos se negaban a trabajar. Volvía a bajar otra vez el ritmo.
A la altura de la plaza de España, se daba una vuelta completa a la misma, pude ver que el Bigote ya iba solo y me sacaba unos trescientos metros, esto me dio algo de ánimos, porque aunque no iba con él, por lo menos lo iba viendo. Mario ya se había adelantado y me imagino que con fuerzas, yo le fui viendo durante toda la carrera que iba muy bien y apenas le costaba dar las zancadas, se notaba que venia muy bien de forma, quizás incluso para atacar alguna marca mejor, aunque él hoy venía para ayudarme a mi, la pena es que no estuve a la altura que me hubiera gustado.
Saliendo de la zona del parque y de la famosa plaza, me adentre a una parte de la carrera donde el piso no era muy bueno que digamos. Primero pasamos por una zona donde había carriles del tranvía, con sus cruzamientos, luego más adelante por zonas con adoquines, lo que hacia que las piernas sufrieran aun más.
Todo esto ocurrió al paso del km 35, aproveche el avituallamiento para tomarme un vaso de aquarius e intentar reponer líquidos, a estas alturas de la carrera el sol ya hacia su presencia y notaba que el echarme un poco de agua por la cabeza y las piernas, me aliviaba.
Había momentos que volvía a coger ritmo y era capaz de rodar a 4’50”, más o menos, pero duraba poco, ya que las piernas no dejaban de quejarse. Miraba el crono y comprobaba que no había perdido excesivo tiempo. Estaba claro que si seguía así no iba a hacer marca, pero como dije antes se trataba de llegar a la parte final con garantías suficientes para no hundirme.
Se me hicieron largos estos kilómetros, aunque me rodeaban muchos corredores y publico, siempre en esta parte final de la carrera, te encuentras solo tú contra todos los elementos, sabes que eres el único que tiene que solventar esto, así que me puse el mono de faena y me dije que el estadio estaba cerca y que dentro de unas horas me encontraría tomándome unas cervezas y todo esto quedaría en el olvido.
Cuando peor me encuentro me suelo acordar de las personas que de verdad lo pasan mal, de la gente que tiene problemas serios, ya sean del tipo que sean y me digo – ¡Esos son problemas no los que yo tengo aquí! --.
En una de las calles del recorrido que sales después de pasar por la plaza de la Alameda de Hércules, en la parte final pude ver entre las casas, el pico del puente de la Barqueta, eso quería decir que el km 37 estaba cerca y que sobre todo ya solo quedaba la parte final.
Me iba acordando de cómo irían mis compañeros, aunque supuse que les iba bien, dado que no los veía y que por tanto marchaban rumbo hacia el estadio.
El paso por el puente lo aproveche para coger primero una esponja con agua y rociármela por la cabeza y luego otro vaso de aquarius, que tenías que hacer malabarismos para beber de él, estrujándolo para hacer más pequeño el sorbo y no atragantarme. Aquí me acordaba un poco de los organizadores, joder que manía de poner vasos, esta claro que son más ecológicos pero para nosotros es un fastidio.
Al poco de pasar por el avituallamiento y el km 38, noté que volvía a coger ritmo e intenté incluso subirlo, me animé porque por muy mal que se me diera, no iba al final perder mucho tiempo. Cuando empecé con los problemas, pensé que me iba a caer una minutada y viendo el final cerca, podía dar gracias de que no fuera así.
Es cierto que de vez en cuando tenía que aminorar la marcha, por que los calambres empezaban a aparecer y no quería llegar con alguna lesión importante. Me iba regulando al mismo tiempo que oía la música del estadio y al speaker dando ánimos a los que iban entrando en la meta. Pronto lo haría yo.
Por más maratones que corra, la sensación que me da cuando llegas al tramo final y ves que ya se acaba es de un alivio difícil de explicar. Es como si te liberaras de un peso, pero al mismo tiempo tienes la sensación de que has cumplido, da igual el tiempo o la marca, te quedas con que has sido capaz, una vez más, de vencer a esta carrera tan dura y a veces tan cruel.



Los últimos trescientos metros ya dentro de la pista del estadio de la Cartuja fueron un paseo, aunque reconozco que por un momento me dio un poco de rabia el no haber podido continuar con el ritmo de mis compañeros, incluso me emocione unos momentos. Todo esto se me quito cuando cogí la última recta donde ya se veía la pancarta de meta y el reloj. Aquí ya nada importa y la satisfacción es tan grande que no cabes dentro de ti, incluso te sientes como el mejor corredor del mundo. Esto solo lo entiende él que lo ha vivido.

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